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¿Para qué protestar contra el presidente Donald Trump si no es en Estados Unidos? ¿De qué sirve? ¿Por qué? ¿Qué se gana con perder así el tiempo?

Estos son los cuestionamientos que circulan en las redes ante la convocatoria de la marcha “Vibra México” que se celebrará este domingo en diversos puntos del país para manifestarse contra el mandatario estadounidense.

“¿Por qué protestan contra Trump y no lo hicieron por esta causa de mi preferencia?”, es el comentario que hacen quienes se consideran intelectuales.

Además de la obviedad de que la mente humana es suficientemente compleja como para indignarse y ocuparse de varias causas al mismo tiempo, como la amenaza que representa EUA y la corrupción de México, estos planteamientos son problemáticos por varias razones.

Oponerse a Trump no es mero orgullo barato, sino protestar contra lo que representa: la discriminación, el racismo, la xenofobia, la misoginia y la LGBTfobia.

Lo que hace el presidente de EUA, el político más poderoso del mundo, va más allá de lo simbólico.

Al reinstaurar la Global Gag Rule o Ley Mordaza, por ejemplo, Trump puso en riesgo 9 mil millones de dólares en ayuda internacional, lo que afecta a grupos que combaten el VIH, el Zika, la muerte materna y la mortalidad infantil, reporta The Guardian.

El republicano, según The New York Times, también está reconsiderando la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y la Convención de los Derechos del Niño.

Además, añade el diario, evalúa recortar fondos a programas de las Naciones Unidas, a las operaciones de paz, a la Corte Penal Internacional y al Fondo de Población de las Naciones Unidas, que implementa programas de salud reproductiva y materna.

A esto se le suman las políticas migratorias que afectan a migrantes y refugiados de raíces latinas o de religión musulmana, para quienes, en muchos casos, la deportación significa una condena de muerte.

Por otra parte, si las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no son exitosas, hasta 10 millones de empleos mexicanos estarían en riesgo, según la Consultoría Estratégica y Outsourcing (CEO).

Pese a esto, hay quienes insisten en desestimar la marcha porque contiene símbolos excluyentes y porque la organiza un grupo de élite que en otras ocasiones no sólo se ha mostrado indiferente, sino que ha estigmatizado el propio acto de manifestarse.

Es cierto que, como en cualquier movimiento, hay gente que aprovecha de forma hipócrita la ocasión para reafirmar su supuesta superioridad moral.

Pero tampoco puede ignorarse que hay mucha gente interesada en los problemas del país y el mundo que puede encontrar en esta protesta la primera oportunidad para incursionar en el activismo público.

“La acción política puede ser cuestión de formar un hábito”, argumenta Matthew Yglesias, de Vox, “una vez que ya hiciste un cartel y lo llevaste a una protesta, es más fácil traerlo en el futuro.

“Una vez que ya conoces quiénes de tus amigos estarían interesados en ir contigo (a la próxima manifestación), es más fácil reconectar y hacerlo otra vez”.

No todas las personas que nunca han marchado y que ahora consideran hacerlo son “indiferentes” o “hipócritas”.

En México es complicado manifestarse por la inflexibilidad laboral, el riesgo de sufrir discriminación por las opiniones políticas y por lo peligroso que resulta marchar ante la violencia que ejercen civiles y autoridades.

Es verdad que la unidad nacional es un concepto que se ve artificial y que hay quienes aprovecharán esta protesta de forma oportunista.

También es correcto señalar que los verdaderos problemas de México provienen de la corrupción y podredumbre que corroe las instituciones políticas y sociales del país, eso nadie lo niega.

Por eso es aun más importante dejar en claro que a Peña Nieto y Trump se les exige lo mismo: promover la igualdad, combatir la discriminación, respetar los derechos humanos y acabar con la corrupción.

Se dice mucho que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es una oportunidad para que México se replantee.

Depende de nosotros si este replanteamiento es un país más inclusivo, transparente y respetuoso de los derechos humanos o si el resentimiento le deja el paso libre a quienes comparten las posturas de Trump para aprovechar el discurso de unidad.

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